Un concepto habitual en el discurso de los jóvenes emprendedores en los últimos tiempos es la palabra “colaboración”, y desde mi punto de vista, es todo un acierto. En este artículo intentaré dar respuesta a tres preguntas sobre esta tendencia ¿Por qué ocurre esto y Por qué principalmente en los jóvenes? ¿Cómo lo hacemos? y ¿Qué se intenta conseguir con ello?
Según datos del
INE, en España tenemos unas 3.200.000 empresas, de las que un 93% son
Microempresas de menos de 9 trabajadores y mas del 50% son empresas
unipersonales o autónomos. Es fácil deducir que uno de los problemas para el
desarrollo económico y social de empresas y trabajadores españoles, sobre todo
en zonas con dispersión geográfica y baja densidad de población, es la dificultad para competir con otros,
tanto en volumen y especialización de recursos humanos como en capacidad
productiva.
En otro sentido y
a riesgo de disentir con muchos, creo firmemente que tenemos la generación mejor
formada de la historia, y si a esto unimos la falta de oportunidades en el
empleo por cuenta ajena en la actualidad, nos encontramos en un escenario con
gran número de jóvenes excepcionalmente formados, sin ocupación pero con extraordinario talento, y con el obvio
e importante déficit de la experiencia.
Para salvar estas
dificultades, y con la oportunidad del emprendimiento como salida laboral a
corto plazo, muchos jóvenes se han apoyado en la creatividad o la innovación a
la hora de poner en marcha sus proyectos, buscando fórmulas diferentes que
reduzcan estos obstáculos. Y una de esas fórmulas, quizá la mas efectiva a
corto plazo, es la colaboración
entre ellos y entre sus empresas, convirtiéndola en uno de los pilares de su
gestión. Con esto, el joven empresario está liderando un cambio en el país, dándose cuenta que la colaboración es
una herramienta extraordinariamente efectiva en dos sentidos: 1) Se incrementa
el volumen productivo de nuestras estructuras si vamos de la mano o unidos en
el desarrollo de proyectos y 2) Aumenta exponencialmente la especialización y
formación de nuestros recursos humanos en el desarrollo de tareas,
multiplicando la competitividad de nuestras empresas.
Siguiendo esta
línea se han generado múltiples ideas, iniciativas y proyectos basados en la
colaboración empresarial y profesional tan importantes e interesantes como los
Centros de Negocios y Co-Working, Asociaciones de jóvenes empresarios, Encuentros
de Networking profesional y empresarial, Intercambios laborales o de
trabajadores entre empresas… que
ilustran claramente estas ideas y el proceso de cambio.
Pero esta
tendencia, nacida en los jóvenes, debemos facilitarla e impulsarla todos:
administraciones, colectivos empresariales o sindicales, sociedad civil…
tenemos que confiar en ellos como el verdadero motor de futuro del país,
apoyando el cambio que están intentando poner en marcha, mediante leyes que lo
impulsen, el necesario apoyo social, la tutorización y mentorización de los
mayores o la apertura de miras para los nuevos modelos y situaciones laborales.
Y todo pasa por dejar a un lado el enfrentamiento, la envidia o de la
desconfianza que en ocasiones no nos deja ver mas allá de los intereses particulares
a corto plazo, sin vislumbrar que este impulso colectivo a medio y largo plazo
nos beneficiará a todos los que tenemos el lujo de vivir en España.
En España hay
mucho talento, colaboremos todos para impulsarlo… como decía mi abuelo: ¿quién somos nosotros para ponerle puertas al
campo?
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